Sobre el barco tortuga se ha ido creando una poderosa leyenda, normalmente respetada y seguida por la historiografía. Se dice que el barco tortuga habría sido el arma definitiva de Corea, imprescindible para lograr la derrota japonesa; habría sido insustituible en los planes de Yi Sun-sin, salvador exclusivo de su país; durante su existencia no habría conocido la derrota; y tras ella se habría convertido en un mito nacional, venerado y respetado en Corea. Es hora de que intentemos poner en valor ese mito.
El problema: la carencia de fuentes
El primer barco tortuga fue construido en 1592; Yi murió en 1598: desde poco después de su muerte, la historia guarda silencio sobre los barcos tortuga. Cabe pensar que, dado que fueron concebidos para una función muy concreta (repeler la invasión japonesa), tras cumplirla debieron de caer en el desuso. Esto ha resultado ser un verdadero calentamiento de cabeza para los historiadores.
Y es que, por un lado, al tener una vida tan corta, hay muy poca información de la época sobre esta nave; por otro, el kŏbuksŏn se incorporó inmediatamente a la leyenda. Ello ha tenido como resultado un enorme interés, en Corea y fuera de ella, sobre un tema del que hay poca información verificable, lo que ha llevado a cubrir los huecos con fabulaciones. En pocas palabras, existe una historiografía centenaria que se retroalimenta y que parece poco dispuesta a admitir la revisión de ninguno de sus dogmas, incluso aunque se demuestre que alguno de ellos contradice la información contemporánea al barco tortuga.
Y no es sólo eso: la leyenda también ha tendido a la “beatificación” de estos barcos. Prácticamente todas las obras consultadas en la elaboración de este trabajo dan por supuesto que el kŏbuksŏn fue imprescindible en la salvación de Corea, y que su papel en la misma habría sido mayúsculo.
Una aproximación a la realidad
Un análisis más tranquilo y más crítico puede captar que los barcos tortuga fueron más bien complementarios en los esfuerzos de Yi; su flota seguía estando compuesta fundamentalmente por naves del tipo p’anoksŏn. El kŏbuksŏn jugó un papel accesorio en las victorias de Yi, abriendo brechas en las filas enemigas, añadiendo presión sobre ellas o dándoles el golpe de gracia, pero la mayor parte del trabajo seguía recayendo en el p’anoksŏn.
También es significativo que mientras que el barco tortuga dejó de utilizarse al acabar la guerra, el p’anoksŏn siguiera manteniéndose como la columna vertebral de la armada Joseon. Y es que esta embarcación tiende a ser subestimada, acaso por sus derrotas iniciales, causadas exclusivamente por la incompetencia de los almirantes coreanos; los mismos que posteriormente mandaron al desastre una flota que incluía varios de los presuntamente invencibles barcos tortuga. Por el contrario, a un excelente marino como Yi le bastaron trece barcos del tipo p’anoksŏn para derrotar a 133 naves japonesas, sin necesidad de emplear ningún kŏbuksŏn.
En definitiva, el barco tortuga habría sido valioso como complemento en la estrategia de Yi. Eso no quita que siga siendo una de las grandes naves de la historia: una de las más poderosas de su época (y sin duda la más poderosa del Extremo Oriente), que habría sido muy relevante en la salvación de Corea y que se habría mantenido prácticamente invicta durante su breve existencia. Pero su eficiencia real, como la de cualquier otra embarcación, dependía de la valía de quien la emplease.
Por último, merece la pena destacar que, por mucho que Yi y su flota salvasen su país, el mérito no es exclusivamente suyo, como afirma la leyenda, demasiado seguida por la historiografía. Como recuerdan repetidamente autores como Samuel Hawley o Stephen Turnbull, los invasores también tuvieron que hacer frente a una importante resistencia en tierra que, en forma de guerra de guerrillas se lo puso muy difícil, y de cuyas redes de información dependía Yi para tener localizado al enemigo en todo momento. También se tiende a subestimar la resistencia del ejército coreano en la segunda invasión, mucho mayor que pocos años atrás, y la importancia de la ayuda china.
El barco tortuga en la cultura popular
Lo que es innegable es la popularidad de los barcos tortuga, que Stephen Turnbull llega a definir como “la locura de los barcos tortuga” en Fighting Ships of the Far East (2). Esta tendencia viene desde la misma Guerra Imjin. Existe una pintura coreana de aquellos años que muestra una flota compuesta sólo por barcos tortuga (cosa que jamás existió). Y, en el siglo XIX, al ser amenazada Corea por las potencias occidentales, sus monarcas ordenaron construir un barco tortuga como símbolo de su poder… aunque, como se empeñaron en fabricarlo según las incorrectas indicaciones disponibles, nunca lograron que flotara.
A día de hoy, los barcos tortuga son uno de los elementos más conocidos de la historia coreana fuera de su país, existiendo publicaciones en varios idiomas dedicadas a estudiarlos, apareciendo en el cine y, por supuesto, en videojuegos históricos. A nivel más oficial, aparecen en algunos sellos coreanos, e incluso se ha reconstruido y musealizado uno.
Bibliografía
- Barcos y submarinos de combate – Los barcos tortuga del almirante Yi Sun Sin.
- Dickie, Iain; Dougherty, Martin J.; Jestice, Phyllis J.; Jörgensen, Christer; Rice, Rob S., Técnicas bélicas de la guerra naval – 1190 a.C. – presente, 2012, LIBSA, Madrid.
- Godino Cueto, Irene, I Sun Sin y el barco tortuga coreano. ¿Primer buque acorazado de la historia?, en Historia 2.0.
- Haskew, Michael E.; Jörgensen, Christer; McNab, Chris; Niderost, Eric; Rice, Rob S., Técnicas bélicas del mundo oriental – 1200-1860, 2012, LIBSA, Madrid.
- Hawley, Samuel J., The Imjin War. Transactions of the Korea Branch of the Royal Asiatic Society, 2003, 78, pp. 35-55. Hemeroteca digital.
- Turnbull, Stephen, Samurai Invasion – Japan’s Korean War 1592-1598, 2002, Cassell & Co, Londres.
- Turnbull, Stephen; Reynolds, Wayne, Fighting Ships of the Far East (2) – Japan and Korea AD 612-1639, 2003, Osprey Publishing, Oxford.